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Matrículas Personalizadas en Europa: Legalidad, Negocio y el Riesgo de su Falsificación

Por Jesús Cabrerizo, presidente de ADOFOR (Asociación en Documentoscopia y Formación Policial)


En los últimos años, las matrículas personalizadas han pasado de ser una rareza a convertirse en un verdadero fenómeno social y económico en muchos países europeos.

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Desde ADOFOR, como entidad dedicada al estudio de la documentoscopia y a la formación policial especializada, queremos lanzar una reflexión y una advertencia: lo legal y lo estético no siempre van de la mano, y las consecuencias de cruzar esa línea pueden ser graves.


Una práctica legal en Europa… pero no exenta de riesgos. Las matrículas personalizadas son legales en países como Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Grecia, Polonia, Suecia, República Checa o Hungría, entre otros.


Sin embargo, es en Reino Unido donde esta práctica ha alcanzado una dimensión económica y cultural sin precedentes. En Reino Unido, los ciudadanos pueden adquirir combinaciones personalizadas a través de la DVLA (el equivalente a nuestra DGT), siempre respetando normas básicas como la presencia de caracteres alfanuméricos y la prohibición de términos ofensivos.


Este sistema ha generado ingresos millonarios para la administración: solo la matrícula F1 se vendió por 16,5 millones de libras; otras como 3D, 4K o M2 han superado fácilmente las seis cifras. El éxito del modelo británico ha llevado a algunos a plantearse si sería viable aplicar un sistema similar en España.


Desde el punto de vista recaudatorio y administrativo, podría serlo. Pero lo que no puede tolerarse bajo ningún concepto es la falsificación o manipulación de matrículas para simular una personalización. Cuando lo personal se vuelve ilegal


Como experto en documentoscopia, puedo afirmar que la alteración de matrículas –ya sea cambiando caracteres, modificando visualmente números por letras o fabricando placas no registradas– supone un grave delito.


En ADOFOR hemos detectado casos de personas que, ante la imposibilidad de conseguir la matrícula que desean (porque no existe o no cumple el formato legal), optan directamente por "crearla".


Se ven vehículos con placas que imitan combinaciones como “MAT1U” en lugar de “MATIU” o que sustituyen letras por números con apariencia similar. Lo que muchos no saben es que esa pequeña vanidad puede acarrear sanciones económicas, inmovilización del vehículo, pérdida de puntos o incluso consecuencias penales.


La matrícula no es un accesorio, es un documento público identificativo y su falsificación se persigue como tal. Además, este tipo de alteraciones compromete la labor de las fuerzas de seguridad, dificulta la trazabilidad de vehículos y puede entorpecer investigaciones. ¿Debemos abrir el debate en España? Tal vez sí. Pero con rigor, garantías y control.


Un sistema de matrículas personalizadas podría implementarse en España si se articula bajo una regulación clara, que evite fraudes y beneficie tanto a la administración como al ciudadano. Pero hasta que eso ocurra, no podemos permitir que circulen por nuestras carreteras matrículas ilegales, por muy creativas o elegantes que parezcan.


El mensaje debe ser claro: la alteración o falsificación de una matrícula no es una broma, es un delito.


Conclusión Desde ADOFOR, y como presidente de esta asociación, quiero instar a la ciudadanía a respetar la legalidad, a comprender la importancia de los elementos identificativos de los vehículos y a no dejarse llevar por la moda o el estatus a costa de la seguridad jurídica. Una matrícula no es solo un número: es parte esencial de la identidad del vehículo y del sistema de seguridad vial. Y en ese terreno, no puede haber atajos.

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